Un tema publicado en el Boletín Anunciata en el año 1990. Escrito por la Hna. Sagrario
Llorente en el que dejó plasmada una de las vivencias inolvidables.
¡19 de mayo de 1990! Esta fecha
tiene para la Comunidad de Filipinas múltiples resonancias. En primer lugar, la
fiesta de Nuestro Padre, Francisco Coll, que intentamos celebrar cada año con
solemnidad. En 1987, la bendición de la primera casa en estas tierras de
Oriente, en la que la Comunidad ha vivido por espacio de tres años. También y
¿cómo no recordarlo? la entrada de la primera vocación Filipina.
Nunca mejor escogida esta fecha para la
inauguración y bendición de la nueva casa de formación, “the convent” como la
gente de los alrededores la llama.
El día amaneció claro y soleado, mas poco
tiempo antes de la bendición, una lluvia torrencial comenzó a caer. Según
nuestra mentalidad esto lo consideraríamos un contratiempo, pero para la gente
de aquí, es una señal de que Dios bendice, se hace presente, riega la tierra
para que dé fruto. Como diría Blondel “todo lo de aquí abajo se sostiene por
arriba”. No puede haber vida sin el aliento del que la sostiene.
Procuramos que este acontecimiento fuese lo
más significativo posible. Con tiempo suficiente se enviaron invitaciones a las
comunidades que componemos la Familia Dominicana, aspirantes, vecinos, amigos y
conocidos. Allí, junto con el programa a seguir, se podía leer la frase del P.
Coll:
“Sí, sí; la Anunciata es obra de Dios”,
expresión que tiene un gran sentido para nosotras; las novicias y postulantes
la han aprendido de memoria y la repiten con frecuencia...
La ceremonia empezó con la bendición de la
puerta de entrada:
“La paz sea en esta casa”. A continuación
todos los asistentes, en procesión, nos dirigimos a la capilla, donde
celebramos la Eucaristía. La concelebración fue presidida por el P. Bonifacio
Solís, vicario Provincial de la Provincia del Rosario para Filipinas y Padres
Dominicos de las comunidades de S. Juan y Sto. Tomás.
Cabe destacar en esta
celebración, bastantes momentos llenos de significado, a saber: La bendición de
cada una de las dependencias, donde se resaltaba el, ¿por qué?, y el, ¿para
qué?, en relación con la vida de Comunidad. También se bendijeron las
diferentes imágenes... La Biblia: Palabra de Dios, que ha de iluminar todo
nuestro quehacer y existencia.
Es preciso mencionar la homilía,
en la que el presidente puso de relieve la gran personalidad de nuestro Padre
Francisco Coll, la validez de su vida y misión en el "aquí" y el
"ahora", y cómo la Anunciata debe ser continuadora de su espíritu en
estas tierras filipinas.
Las lecturas de Efesios 2,19-22 y Le. 12,22-34, iluminaron y dieron sentido a estas reflexiones.
“Lo esencial es invisible a los
ojos”... pero para nosotros, lo visible hace presente lo “invisible”, como el
símbolo pone de manifiesto lo que existe “más allá” de lo que nos rodea. Esto
fue lo que intentamos vivir a través de las ofrendas:
-
La mesa, Eucaristía que nos convoca y nos hace hermanos.
-
Las velas, que nos recuerdan constantemente
nuestra misión de ser luz.
-
Los documentos de la corporación, que dan
personalidad jurídica a la Comunidad.
-
Los planos e instrumentos de trabajo, que sirvieron para
construir el edificio.
-
El plan de formación, símbolo de la tarea encomendada
para nuestra misión aquí.
-
Frutos típicos, símbolo de las primeras vocaciones
filipinas.
-
Flores, que hacen presente el Autor de
la belleza.
-
Por último, pan y vino, ofrenda, donación...
Cristo que se hace presencia.
La celebración Eucarística continuó con toda
solemnidad.
Eras Dominico fuiste Fundador, eras un
testigo Francisco Coll.
…era tu misión evangelizar
…Has trazado una senda, senda de
verdad.
…Eras hombre alegre, eras hombre
feliz, tú amaste la vida, enseñaste a vivir…
Fue cantado por todos los
asistentes. ¡Emocionante!
Como dice un refrán en un clima de hermandad, se comparte la “Misa” y
la “mesa” y así fue, finalizamos la celebración merendando todos juntos.
Los anales no recogerán en toda su profundidad lo aquí vivido y
celebrado, pero nosotras sí. Porque esta celebración es el culmen de muchos
esfuerzos, colaboración, trabajos, luces y sombras. Pero al final es, y así lo
hemos vivido ¡Una celebración! Con todo lo que significa.
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