Tiempo de agradecer
Los grandes
caminos de la vida comienzan con pequeños pasos, aparentemente insignificantes,
pero de gran valor. Vale la pena recordar nuestra sencilla historia. Hace
treinta y cinco años, desde el día 25 de febrero de 1987 hasta hoy, 2022,
cuando vinieron nuestras primeras hermanas Dominicas de la Anunciata, las HH.
Montserrat Casellas Rabaseda, Ma. Ángeles Ortega Espinosa (+). Siguió la Hna.
Ma. Sagrario Llorente Herrero (+), 2 de febrero de 1988 y en el día 9 de enero,
1989, la
Hna. Ma. Natividad Martínez de Castro llego en Filipinas.
Así comienza el artículo titulado: “GRACIAS POR LOS 35 AÑOS DE LA FUNDACION EN FILIPINAS: escrito por la Hna. Mariela de Villa, primera joven que se acercó a las Hnas… y viendo, se quedó con ellas para ser Dominica de la Anunciata.
Hoy ella misma nos
recuerda su llegada a la vez que nos propone una reflexión sobre el legado que
nos han dejado. Muy importante dedicar un tiempo a su lectura con espíritu
abierto y corazón agradecido.
35 ANIVERSARIO DE LA FUNDACION EN FILIPINAS
Hermanas
carísimas, apreciad muchísimo vuestra vocación,
en agradecimiento del beneficio tan grande,
“Servid al Señor con alegría” (Sal 100,2).
Esta alegría, según
San Basilio,
“es necesaria para hacer cosas grandes.”
H. Mariela de Villa (Filipinas)
Los grandes caminos de la vida comienzan con pequeños
pasos, aparentemente insignificantes, pero de gran valor. Vale la pena recordar
nuestra sencilla historia. Hace treinta y cinco años, el día 25 de febrero de
1987 llegaron las primeras hermanas Dominicas de la Anunciata a Filipinas, HH.
Montserrat Casellas Rabaseda, Ma. Ángeles Ortega Espinosa (+), la Hna. Ma.
Sagrario Llorente Herrero (+), 2 de febrero de 1988 y el día 9 de enero, 1989,
la Hna. Ma. Natividad Martínez de Castro.
Son las cuatro hermanas que consideramos nuestras pilares
y puntos de referencia de la fundación y fundamentación de nuestro Carisma
Anunciata en Filipinas y Vietnam y abiertas a otros países asiáticos. A lo largo de estos años, otras hermanas
estuvieron destinadas en Filipinas, recordamos sus nombres, M. Jesús Muñoz,
Dolores Perales, Ildete Magalhaes, Bernadette Reid, Rolindes González, Marta
Alicia Rivas, Isabel Martínez, Cirila Zárate i Angele Gusemu.
Destaco tres valores que nuestras primeras hermanas nos
enseñaron y a la vez son desafíos para nosotras: primero, crecer en la identidad Anunciata; segundo, profundizar en nuestra espiritualidad de Encarnación y tercero, colaborar-estar en solidaridad
en la misión de Dios. Agradecemos a la Congregación, especialmente a nuestra
Provincia San Raimundo de Peñafort por hacer posible la misión en Filipinas y
Asia, por el cariño y apoyo. Las primeras hermanas nos recuerdan el valor de la
Identidad Anunciata: Vivimos en un mundo que valora más los logros y actuaciones
que el valor de la persona.
La identidad Anunciata, como María de la Encarnación, nos
hace recordar el arte de escuchar, de dialogar, de comunicar y de relacionarnos,
no solo de mente sino desde corazón. Esto implica silencio, atención, interioridad-interiorización,
escucha, humildad y sinceridad. María nos invita a vaciarnos y abrazar nuestras
propias limitaciones. Esto es lo significa una espiritualidad encarnada: es
espiritualidad de compasión y comunión, de convivencia fraterna-intercultural,
y no de supervivencia del más apto. Es purificar nuestra visión y mente humana.
Jesús, Palabra y Verbo, que se hizo carne, vivió entre
nosotros, nos llama a profundizar en nuestra identidad Anunciata a través de su
Kenosis-Encarnación. Esto es Su misión,
que sepamos vivir una relación humana abrazando nuestras limitaciones y
debilidades.
Nuestras primeras hermanas por su vida y el testimonio de
su vocación-misión nos recuerdan, lo que el Padre Coll quiso que fuéramos:
continuadoras del ministerio de la predicación. Sto. Domingo nos dejó como
testamento: Tened caridad, conservad la humildad, poseed la pobreza voluntaria.
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